Este 15 de junio se cumplió un nuevo aniversario de nuestra empresa. El Astillero
Río Santiago es consecuencia directa de la Voluntad Nacional
ejercida a través del Estado. Nacemos
del sueño y el accionar de argentinos de diversos orígenes y condición social,
encuadrados, lo supieran o no, entre los que abogaban por un desarrollo
independiente en la industrialización
argentina.
Esta afirmación queda
demostrada por la existencia de dos pretéritas leyes de principios del siglo
XX, la Ley 8.868 (1912) y la 10.253 (1917), que autorizaban a
instalar un dique de carena y un taller de reparaciones navales en Río Santiago
a la firma inglesa Vickers Sons & Maxim. De esta apuesta “a la iniciativa de capitales extranjeros”
sólo quedaron las disposiciones legislativas sepultadas en los archivos, el
resto jamás se realizó.
En 1933 la
República Argentina decide construir por primera vez unidades
navales hasta ese entonces compradas en el extranjero. La construcción de nueve
rastreadores tipo “Parker” en los Talleres Generales de la Base Naval Rio Santiago, demostró los escasos
recursos disponibles para encarar esta actividad. Se resuelve entonces crear un
verdadero astillero que cubriera la falta de instalaciones adecuadas e
independizara al país de la compra en el exterior de construcciones navales
civiles y militares de mayor porte. Tras el estudio
realizado por una Comisión creada a tal efecto se decide hacerlo en la Punta del Canal de Waldors
(Río Santiago).
La Cámara de Diputados
aprueba en septiembre de 1935 un
proyecto que autorizaba al Poder Ejecutivo a invertir hasta 5 millones de pesos
en la primera etapa del proyectado astillero. Y en 1936, se determinó la necesidad de contar con una superficie de
230.000 metros cuadrados. Por la Orden General nº 279 de 1938, se resuelve crear la Comisión de Construcciones para las Obras del
Astillero Río Santiago.
En 1940 se dispone la expropiación por utilidad pública de los Bañados de Ensenada. Entre 1941 y 1948 el silbido
del martillo – pilón colocando los pilotes de cemento armado fue una atronadora
melodía que alborotó la agreste sinfonía del monte ribereño. Entre las primeras
obras se encuentran las tres Gradas de importantes
dimensiones para la época. Con los años se instalaron las grúas en gradas y
muelles, las redes de servicios de combustible, incendio, agua de consumo y
desagüe pluvial, el servicio de combustibles,
vestuario, comedor, planta purificadora y servicio general de agua potable, servicio
general de incendio, almacenes, dirección técnico-administrativa, laboratorio
químico y físico, garaje, dique y grúa flotante y escuela de aprendices. Además
se dispuso un espacio para 300 bicicletas.
Para 1944 ya se tenía decidido
que las dos primeras construcciones que emprendería el astillero nuevo serían
los patrulleros “Azopardo” y “Piedra Buena”. El 15 de noviembre de 1950 se coloca la quilla de la fragata
“Azopardo” y en 1952 la del
“Piedrabuena”.
Cuando todavía no terminaba el proceso de construcción, la Nación crea el régimen de
Empresas del Estado donde quedamos enmarcados. El 15 de junio de 1953 es creado Astilleros y Fábricas Navales del
Estado (A.F.N.E), al cual se transfirió Astillero Río Santiago.
A partir de allí Astillero se puso los pantalones largos y
comenzó a recorrer un camino de grandeza
que aún perdura gracias al esfuerzo de sus trabajadores.
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