Alfredo Motta, de Villa Catella, fue uno de los 323 muertos por el ataque a la nave que estaba fuera del área de combate
La última semana de abril de 1982 la familia Motta recibió una carta de Alfredo, cabo primero de la Armada que se encontraba embarcado en el crucero General Belgrano. Con palabras sencillas y precisas, le decía a sus hermanos mayores que su único temor era que convocaran para la guerra a los dos más chicos, que acababan de cumplir con el servicio militar. También les pedía que contuvieran a su madre: “Díganle que se quede tranquila, que el barco no va a entrar en guerra”.
A 32 años de ese 2 de mayo, día doloroso para los argentinos, pero particularmente trágico para los familiares de los 323 fallecidos en el hundimiento, las autoridades de Ensenada realizaron un acto en Villa Catella, barrio en el que nació y creció ese héroe de Malvinas. Alfredo Motta fue parte de los 1.093 tripulantes que el 16 de abril de 1982 partió a bordo del ARA General Belgrano bajo las órdenes del comandante Héctor Bonzo. La primera misión que se le asignó al buque fue navegar hasta la zona de conflicto, cumplir tareas relacionadas a la vigilancia de los accesos Sur del teatro de operaciones, interceptar unidades del enemigo y evitar el contacto táctico con unidades británicas que portaran misiles superficie - superficie. Ese 2 de mayo, a las 16:50, el agua comenzó a tragarse el crucero que, en 10 minutos, desapareció de la superficie Pero la tarde del sábado 1 de mayo, minutos después de las 20:00, el crucero recibió nuevas órdenes, eran urgentes y de claro carácter ofensivo. Un destino negro y gélido como las aguas que navegaba se cernía sobre la tripulación: en 24 horas, el submarino nuclear Conqueror cumplía con la orden de hundir el crucero con 2 de los 3 torpedos lanzados - que habían sido de la Segunda Guerra -.
Los daños causados marcaron el epílogo, a las 16:50 el agua comenzó a tragarse el crucero que, en 10 minutos, desapareció por completo de la superficie. Para Agustín, uno de los sobrevivientes del General Belgrano, ese acontecimiento fue uno de las más tristes de su vida, un recuerdo que le causa dolor en el cuerpo y en el alma. “A mi me embarcaron a último momento, no tuve la suerte de conocer a Alfredo, pero estoy muy orgulloso de haya actos como éste que mantienen encendida la llama del recuerdo de los héroes que quedaron en el sur”, dijo el ex combatiente en el homenaje que se realizó en la Unidad Sanitaria N° 36 ante la presencia del intendente ensenadense Mario Secco, otros ex combatientes, familiares y amigos del cabo fallecido.
Participar del acto también fue una cita de honor para Eduardo Crespo, quien calificó a Alfredo como uno de los amigos del barrio con quien hizo la primaria, “íbamos a la Escuela 7 y estuvimos juntos hasta que ingresó a la Armada, era un chico muy solidario, el primero en correr cuando alguien necesitaba algo”, recordó. Con algunos recuerdos borrosos, pero el afecto intacto, los 5 hermanos que sobreviven al cabo fallecido lo evocaron como alguien que todo el tiempo viajaba de aquí para allá, a quien veían poco porque a los 16 años tomó la decisión de ingresar a la Armada. En el momento que se desató la guerra ya estaba casado y era padre de tres pequeños niños. “Vivía parte del tiempo en Buenos Aires y la otra, en Puerto Belgrano, estaba muy dedicado a su profesión y nosotros no podíamos compartir muchas cosas con él, salvo cuando nos visitaba”, señaló Roberto Motta.
LA ULTIMA CARTA
Desde el 2 de abril de 1982 y hasta que se produjo el desenlace, la familia, conformada en ese entonces por la madre y nueve hermanos, vivió pendiente de lo que pasaba en el conflicto bélico del Atlántico Sur y, además de temer por la vida de Alfredo, estaban expectantes de que no convocaran a los dos que ya habían cumplido con el servicio militar. “Una semana antes del hundimiento nos escribió una carta que lamentablemente fue la última”, señaló su hermano Mario. A los pocos días, el boletín de la radio les dio la noticia que nunca hubieran querido escuchar, el crucero General Belgrano había sido atacado por el submarino nuclear británico Conqueror. Todo había pasado fuera del área de exclusión establecida por el gobierno británico alrededor de las islas y de toda lógica para el entendimiento de los Motta, que el 24 de diciembre de 1981 había alzado las copas junto a él deseándose mutua felicidad. “Mi hermano era una persona muy correcta, alto, buen mozo, siempre estaba impecable, tenía 30 años y un montón de proyectos cuando los ingleses hundieron el Belgrano”, sostuvo su hermana Alcira.
Desde hace 10 años, cada fecha relacionada con la guerra de Malvinas es parte del calendario ensenadense y, según señaló el intendente Mario Secco, “la causa que llevaron adelante nuestros héroes es algo que no se puede olvidar y que tenemos que hacer más fuerte cada día; por eso organizamos el Museo de los Veteranos de Guerra en el Fuerte Barragán y vamos a rendirles siempre todos los homenajes que se merecen”, apuntó el mandatario ensenadense.
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